373 - Vivir en santidad - Vivificación - Parte 2

373 - Vivir en santidad - Vivificación - Parte 2

Breve Resumen

El video retoma el tema de vivir en santidad, enfatizando la importancia de la vivificación y la mortificación, obras del Espíritu Santo que nos ayudan a parecernos más a Jesús. Se exploran las herramientas que demuestran la presencia de Dios en nosotros, más allá de los sentimientos, y cómo la soberanía de Dios permite pruebas y tentaciones para nuestro bien y Su gloria. Se analizan los frutos del Espíritu Santo como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio, contrastándolos con las obras de la carne y destacando su origen divino y su manifestación constante en la vida del creyente.

  • La santidad es una sinergia entre nuestro esfuerzo y la obra del Espíritu Santo.
  • Los sentimientos no son una evidencia confiable de la presencia de Dios.
  • Los frutos del Espíritu Santo son herramientas divinas para contrarrestar las obras de la carne.

Introducción: Retomando el Estudio de la Santidad

Se retoma el estudio sobre la santidad, haciendo referencia a la vivificación como el acto de dar vida por medio del Espíritu Santo, parte de la Trinidad. Se enfatiza que vivir en santidad es una obra del Espíritu Santo que nos transforma a la imagen de Jesús. La mortificación, o negación de los deseos carnales, es inútil sin la vivificación. La santidad se define como la sinergia entre mortificación y vivificación, donde el Espíritu Santo produce tanto el querer como el hacer. Se advierte sobre el error de pensar que la santidad es solo un esfuerzo humano, recordando que el Espíritu Santo es quien produce el cambio.

La Presencia de Dios Más Allá de los Sentimientos

Se aborda la dificultad de sentir la presencia de Dios en momentos de conflicto, a pesar de las promesas bíblicas. Se explica que la afirmación bíblica de que Dios está con nosotros es una verdad objetiva, no un sentimiento. El propósito del estudio es identificar las herramientas que demuestran la presencia de Dios, independientemente de las emociones. Se rechazan doctrinas desviadas que buscan manipular a Dios a través de decretos o rituales, enfatizando que la clave está en la soberanía de Dios y Su propósito para nuestro bien.

La Soberanía de Dios en las Pruebas y Tentaciones

Se explica que la soberanía de Dios implica que nada sucede sin Su permiso, incluso nuestras pruebas y derrotas más graves. Se distingue entre la voluntad decretiva (secreta) y preceptiva (revelada) de Dios, y cómo Él actúa activa o pasivamente para cumplir Su voluntad. Se aclara que aunque el pecado no lleva a ningún bien, Dios permite ciertas maldades para enseñarnos algo y glorificarse. Se cita el caso de Pedro, cuya caída fue permitida por Dios para darle una lección y mostrar Su fidelidad. Se enfatiza que Dios nos ama a pesar de nuestras acciones, no por ellas.

La Salida en Cada Tentación y las Obras de la Carne

Se afirma que Dios es fiel y no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos resistir, siempre proveyendo una salida. Se explica que a menudo caemos porque ignoramos o despreciamos esa salida. Se contrastan los deseos de la carne con las obras del Espíritu Santo, mencionando la inmoralidad sexual, la impureza, la idolatría, el odio, la discordia, los celos, los arrebatos de ira, las rivalidades, los desacuerdos, los sectarismos, la envidia, las borracheras y las orgías. Se enfatiza que las obras de la carne brotan de nuestro interior y que la naturaleza pecaminosa sigue presente incluso en los cristianos.

Los Frutos del Espíritu Santo: Amor, Gozo y Paz

Se presenta el fruto del Espíritu como amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Se explica que estos frutos no dependen de nuestro esfuerzo, sino de los elementos provistos por Dios. Se compara a los creyentes con árboles buenos que dan buen fruto, y se enfatiza la importancia de permanecer en Cristo para dar fruto. Se define el amor ágape como un amor por decisión, que se demanda incluso hacia los enemigos, y se distingue del amor sentimental. El gozo se define como deleitarse en la gracia de Dios, y la paz como un estado tranquilo del alma segura de su salvación.

Paciencia, Benignidad y Bondad: Relación con el Prójimo

Se abordan la paciencia, la benignidad y la bondad como frutos que tienen que ver con nuestra relación con el prójimo. La paciencia se define como esperar el tiempo suficiente antes de expresar ira, la benignidad como rectitud y amabilidad, y la bondad como la bondad que viene de Dios, mostrándose en excelencia espiritual y moral. Se advierte que ser bondadoso según el estándar divino puede generar conflictos con el mundo, que a menudo llama a lo bueno malo y a lo malo bueno.

Fidelidad, Mansedumbre y Templanza: Dominio Propio

Se discuten la fidelidad, la mansedumbre y la templanza como frutos relacionados con el dominio de uno mismo. La fidelidad se interpreta tanto como confianza en Dios como integridad y lealtad. La mansedumbre se define como ejercer la fuerza de Dios bajo Su control, demostrando poder sin dureza indebida. Se enfatiza que la mansedumbre no es debilidad, sino la capacidad de hacer daño y refrenarla. La templanza o dominio propio se refiere a dominar los deseos internos.

Discerniendo los Frutos del Espíritu en Regenerados y No Regenerados

Se plantea si los no regenerados pueden experimentar los mismos frutos del Espíritu, respondiendo que no, ya que estos provienen del Espíritu Santo. Se explica que aunque la paciencia puede parecer la misma en ambos casos, la diferencia radica en el origen y la motivación. En los regenerados, la motivación es glorificar a Dios y hacer lo que a Él le agrada, mientras que en los no regenerados puede ser evitar problemas o buscar un beneficio. Se concluye que los frutos del Espíritu son constantes, sin importar las circunstancias, mientras que las virtudes del mundo dependen de ellas.

Conclusión: Viviendo en Santidad en Contra de la Corriente

Se resume que los frutos no dependen de nosotros, pero se manifestarán si permanecemos en las cosas de Dios. Se enfatiza que la Biblia nunca dice que debemos sentir que Dios está ahí, sino que Él está con nosotros todos los días. Se anima a cooperar con el Espíritu Santo, negando los malos deseos y haciendo lo que Él quiere. Se advierte que vivir en santidad significa ir contra corriente y que no puede haber cristianos que estén muy a gusto en el mundo. Se concluye que la comunión entre los hijos de Dios es valiosa porque es el único lugar donde se busca lo mismo y se ama a Dios.

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